El cielo de noche se tornaba blanco. Al menos así fue la primera noche, la noche en que me sentí un poco ahorcado. A la mañana siguiente salió el sol, aunque el sol siempre sale pero algunos se niegan a verlo. Ese día comprendí que el cuerpo es frágil y el alma endeble. Aprendí que mis piernas fueron hechas para que te recostaras en ellas, espero lo hayas notado y anotado.
Ya no sé si pueda volver a estar tranquilo desde entonces.
Es como el agua para el que tiene sed.
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